viernes, 22 de abril de 2016

EL COMITÉ DE LA NOCHE, belén gopegui (mondadori 2014)

Me encantan los supuestos teóricos de Gopegui a la hora de abordar su obra literaria, profundamente comprometida. Habla de la verosimilitud como el territorio de lo posible, de usar la literatura para ensanchar ese universo simbólico que acabamos confundiendo con la realidad. Habla de enfrentarse a las grandes máquinas que crean lo "posible", lo "natural", lo "decible" (religión, medios de comunicación, lobbies...) con una literatura que muestra otras "posiblidades", "naturalidades", "discursos". Muy inspirador. El problema que veo es que su obra, como le ocurre a muchos escritores que también son teóricos (hoy día muchos), no está totalmente a la altura de su pretensión. Es mi opinión, obviamente. Tiene muchísimos seguidores y he escuchado a varias personas hablar de cómo la literatura de Gopegui les remueve, así que supongo que algo tiene su literatura sin duda. Las dos novelas suyas que he leído me parecen maniqueístas, tendenciosas y formalmente poco originales. Pero estas palabras que no suenan bien pueden sustituirse por otras qwue suenan bien: "posicionadas políticamente sin tapujos", con conflictos sencillos (casi exemplos medievales) sin demasiadas aristas para que "las conclusiones sean claras", y una "forma que no limite el número de lectores a una élite intelectual". O sea, que forma parte de su estrategia, frente a una "normalidad" en la literatura que critica esta estrategia. Resumiendo: sus ideas sobre la literatura política me han hecho reflexionar mucho.. De un encuentro que mantuvimos con Belén Gopegui saco dos cosas interesantes, y una de ellas me está jodiendo bastante: 

1. que cuando te enfrentas al dilema trágico, en el que elijas lo que elijas pierdes, lo mejor es atacar aquello que te plantea el dilema, sea una persona, una estructura social, una ley... O sea, no elegir. Muy interesante este planteamiento.

2. que hay una contradicción en mi "compromiso" literario (como me mostró sin ella saberlo) porque creo que la naturaleza humana es lo que es y no depende excesivamente de las estructuras sociales (y esa literatura es justo la que ella critica por plantear en el fondo la resignación y hacerle el juego al capitalismo al defender, sin querer, que no es culpable pues lo somos nosotros, lobos hobbesianos). Entonces me planteo, ¿cual es mi lucha? ¿Por qué hablo de cambiar las cosas si en el fondo no creo que puedan ser cambiadas? ¿Creo realmente que se puedan mejorar las reglas del juego y hacer un mundo más justo? Porque si no es así, si comunismo o capitalismo son la misma mierda (así lo veo), ¿para qué esforzarme? Asumo la depredación y el darwinismo como forma de relacionarlos socialmente, especulo inmobiliariamente y sálvese quien pueda... Sin embargo creo en la educación, en la resemantización, en el poder de los imaginarios y los símbolos para cambiar la forma de mirar... Aunque las estructuras son una forma de educar más potente que todo lo demás, porque son lo que genera la idea de "realidad".... En fin, que tengo un dilema gordo jaja... Me da la sensación de que lucho porque yo quiero hacer lo que entiendo por correcto, aunque en el fondo crea que nada cambiará. ¿Es un ejercicio solipsista entonces? ¿Es para creerme guay? ¿Es mi compromiso social coherente o es cool? ¿Debería hacerme conservador? ¿Algún psicólogo que me pueda ayudar a resolver esto?

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