viernes, 22 de abril de 2016

PUREZA, Jonathan Franzen (Salamandra, 2015)

Su novela Libertad me fascinó, como a tantos. Pureza sigue la misma línea pero es más aburrida. Quizás porque repite fórmula o porque simplemente le ha salido peor. Aún así es una buena novela que no va realmente de nada y va de todo. Va de personas, de vidas, de traumas, de culpas, de contradicciones, de familias, de amores, de anécdotas que forjan caracteres e historias vitales con encuentros y desencuentros, casualidades y causalidades. Como Paul Auster, que hablará de lo que le dé la gana vaya de lo que vaya la novela, aunque Franzen se enrolla más. Mucho más. Como Dostoievsky, analizando personajes con taras emocionales. Como la vida misma, vamos. A mí me gusta Franzen, pero se me ha hecho larga, también es verdad. Igual que escribiera una novela de 300 páginas molaría, aunque lo suyo es otra cosa. Nos muestra el camino en el bosque por el que circula la novela y, de paso, todo el bosque y las montañas de alrededor y, si se tercia, el bosque de al lado. Pero supongo que esa es la gracia. Eso sí, el título no me convence, debería llamarse, PUREZA (PURITY) si quieren jugar con el doble sentido del original. O si acaso solo PURITY... pero PUREZA no me convence nada.

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